Historia del afiche
La gran temporada del afiche, que
nace con la primera litografía en colores impresa en el año 1866 por Jules
Cheret, prosiguió en el París de Toulouse Lautrec y de Alphones Mucha, pero es
a partir de los años 1890 a 1900 que Europa y América ingresaron en un frenesí
sobre una nueva forma de publicidad, que era también una nueva forma de arte:
el afiche de papel ilustrado en colores. Se terminaron las calles monótonas y
aburridas. Los bulevares de París, las calles minúsculas de Bélgica y Holanda,
las solemnes esquinas de Londres y las ventanas de las tiendas de América se
llenaron de imágenes coloridas con los afiches creados por algunos de los
artistas más talentosos de la época.
Hasta ese momento, las ciudades
estaban cubiertas con carteles que tenían una carencia absoluta de valor
artístico. El afiche existía, pero el arte de la publicidad todavía.
Había nacido. Con la intervención
de un artista de talento, como el francés Jules Cheret, esta disciplina tuvo el
ímpetu necesario y se estableció primero en Francia para luego difundirse al
resto del mundo. A Cheret se le considera el "padre del afiche". Diseñó
más de mil publicidades y dirigió un notable grupo de artistas parisinos que
incluía al más famoso de todos ellos: Toulouse-Lautrec. Sus diseños se vieron
influidos por el Art Nouveau, movimiento imperante en la época y también, en
parte, por el estilo japonés. El elemento principal del diseño son las líneas
curvas y ondulantes como simulando la acción del viento, el uso de flores
y plantas para dar la idea del movimiento en la naturaleza y el contraste
entre el negro yos tonos pastel. Los diseños de los artistas parisinos
adornaban las paredes de su ciudad con obras maestras litográficas y
contagiaron a los diseñadores alemanes, belgas, italianos, españoles,
americanos e ingleses. Artistas destacados fueron: Mucha, "el padre del
Art Nouveau," y Cappiello, "el padre de la publicidad moderna".
Los trabajos de estos diseñadores de afiches se pueden encontrar hoy en día en
las exhibiciones de los museos de arte más importantes y en colecciones
privadas alrededor del mundo.
Con la revolución industrial, las
fábricas producían artículos para cubrir las necesidades de los consumidores.
Una vez cumplido esto —y como querían seguir produciendo— los
vendedores crearon nuevas necesidades que el consumidor antes no tenía. Los
afiches eran la manera ideal de educar a los consumidores sobre lo que debían
desear. Para convencerlos de la conveniencia de comprar -sin tener razones
válidas de necesidad- los expertos de la comercialización descubrieron técnicas
persuasivas demostrar los productos, las mujeres bonitas entonces, pronto
sonrieron en afiches que vendían todo lo imaginable.
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